Por: María Helena Carreño Pabón.
Taller de creación literaria de Pailitas Cesar.
Un pescador vivía con su esposa en una humilde cabaña a la orilla del mar, todos los días salía a pescar con mucha alegría en su corazón ya que ver ese enorme cuerpo de agua le producía gran satisfacción.
Un día mientras pescaba y contemplaba las azules aguas del mar, sintió que su caña era arrastrada por un enorme peso, como pudo la haló y con gran extrañeza observó que venía un enorme pez. Sacó de sus útiles de pescar un palo y se disponía a matar al pesado animal, cuando ¡oh sorpresa ¡ el pescado le habló y le dijo, “ por favor no me mates, en realidad no soy un pez como tú piensas, soy un príncipe y por culpa de una bruja malvada, me convertí en lo que ves. El pescador muy asustado devolvió el pez al agua y corrió a su humilde vivienda a contarle a su esposa lo que había ocurrido.
Al siguiente día la mujer del pescador se levantó y le pidió a su marido que fuera al mar a pescar y que le pidiera al pez que en contraprestación le regala una vivienda más grande y bonita porque en donde vivían estaba muy deteriorada. Inicialmente el hombre se rehusó, pero por la insistencia de la mujer, marchó al mar y llamó al pez, “pez, pez que estás en el agua, mi esposa dice que si les regala una vivienda más grande y bonita, pues en donde vivimos se encuentra en mal estado. El pez le contestó, “por haberme salvado la vida, te concederé ese deseo”. El pescador marchó muy contento a su humilde vivienda y al llegar pudo observar que su mujer se encontraba en una casa grande y bien bonita y a su lado en un hermoso lago.
Tiempo después la mujer le insinuó a su marido que fuera al mar y le pidiera al pez que le regalara una mansión pues la vivienda que les había regalado ya les quedaba estrecha. El pez le concedió el nuevo deseo y al llegar el pescador a su casa observó una enorme mansión de múltiples colores y unos cisnes bañándose en el lago.
La esposa del pescador no contenta con lo que el pez le había concedido, le pidió a su esposo que volviera al mar y le pidiera al pez que le regalara un palacio y a ella convertirla en una poderosa reina. El pescador se negó pero su esposa le insistió tanto que accedió ir al mar y le dijo al pez, “pez pez que estás en el agua, mi mujer te pide un hermoso palacio y que la conviertas a ella en una reina poderosa y la más bonita de la comarca.” El pez le contestó “vete a tu casa y podrás observar que los deseos de tu esposa están cumplido”. El pescador regresó a su casa y vio un hermoso palacio y a su mujer convertida en una reina muy poderosa y la más bonita de la comarca.
Al cabo de unos meses la reina le dijo a su compañero que volviera al mar y le pidiera al pez que la convirtiera en Dios. El pescador se molestó y le dijo que eso nunca se lo pediría al pez, pero como siempre la mujer lo convenció y se marcho al mar y le dijo al pez, “pez pez que estás en el agua, mi mujer dice que le concedas el deseo de convertirla en Dios”. El pez muy enojado le dijo al pescador, “Esto es el colmo, no están contentos lo que les he concedido, por andar con la ambición, les quitaré todo lo que hasta ahora les he regalado “. El pez volvió a las azules aguas del mar, el pescador muy avergonzado regresó a su casa y notó que los lujos y todo lo que el pez les había concedido desaparecieron y en lugar de reina y palacio, el hombre encontró a la misma vivienda deteriorada y a su esposa vestida de harapos.
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