lunes, 29 de marzo de 2010

La Niña Sin Lágrimas.

Por: Angie Bandera. (Edad  10 años)
Taller de creación literaria de Pelaya.

 
La niña siempre hacía lo mismo donde quiera que fuera, lloraba y lloraba.
Sus padres hacían todo lo que se les ocurría, la cargaban, le hacían cosquillas, la paseaban, pero por nada del mundo dejaba de llorar.

Le mostraron el arco iris de los mil colores, la flor que nunca dejaba de sonreír, el murciélago que cantaba de día, la manzana de la eterna juventud, pero ni así, al contrario, lloraba más.

La mamá le aguantaba mucho, se desesperaba menos que el papá, ella era mas tranquila, solo que se tapaba los oídos con dos mamones del patio de la casa, para no escucharla tan alto.

El papá quiso hacer lo mismo, pero los mamones le quedaban bailando en los oídos y por ese tiempo no había cosecha de cocos.

Esa mañana se levantó con los ojos tan profundos y morados por el desvelo, que no tuvo más que ver con la niña, la tomó de la manga de la blusa y la lanzó por el balcón de la casa.

Desde ese día la mamá ya puede dormir mejor, pero cuentan los vecinos que cada noche, antes de cantar los gallos, se escucha el grito de la niña, es un lamento que pone los pelos de punta, es la niña que sale a darle dos o tres vueltas a la manzana donde viven sus padres, sale llorando sin lágrimas, para atormentar a su papá.



jueves, 25 de marzo de 2010

Ansias de libertad

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Por: LUZ DARYS PEREZ BELTRAN
Taller Chiriguaná



En una ciudad lejana, vivía una familia de buena posición económica. El jefe de la casa llamado NICANOR le gustaba coleccionar pajaritos y tenía muchos. Era tanta su afición que pagaba cantidades altas de dinero para que se los consiguieran sin importarle dejar los pichoncitos huérfanos.

El tenía un hijo llamado FELIPE, quien no le gustaba ver padecer a estos animalitos en el encierro a que eran sometidos y por tal razón el alegaba contra su padre por esto, quien no le prestaba atención. Tal hecho hacía que se mortificara y su mamá que no quería notarlo así, lo consolaba.

Una noche al ir NICANOR a su casa fue interceptado por un grupo armado quienes amenazándolo, lo secuestraron y lo condujeron a lo profundo de la selva atándolo con cadena en el cuello como en sus pies para que no se escapara. En este sitio solo se escuchaba el canto alegre de las aves, lo que hizo despertar en él un sentimiento de culpa por que se coloco a pensar que estos cantaban por que estaban libres, mientras lo que él tenía encerrado nunca lo hacían.

Pasaban los días y no se sabía nada de él, su esposa y su hijo estaban inmersos en la melancolía porque lo extrañaban mucho. Tanto era ese pesar que les agobiaba en las extrañas de sus almas, que en una mañana el muchacho sin pensarlo 2 veces, decidió soltar los pájaros al imaginarse el tormento que estarían sintiendo ellos, al igual que su papá; al estar privado de la libertad.

En ese instante todos alzaron el vuelo, menos pepe; así llamaba NICANOR a su lorito preferido; que en sus ganas de solidarizarse con FELIPE al verlo llorar tanto resolvió quedarse con su nuevo amo de quien aprendió hablar y entender muchas cosas.

Un día menos pensado este animal que era muy inteligente, astuto, y buen amigo; eligió marcharse muy lejos con el objetivo de no regresar sin traerle buenas noticias al joven. Para lograr lo que quería se internó en la selva en búsqueda del ser que todos deseaban que regresara con vida, hasta que logró ubicarlo.

Dos meses después vuelve de regreso pepe, el que hacían perdido, quien contó todo, y llenos de emoción esposa e hijos de NICANOR dieron avisos a las autoridades que lograron rescatarlo después de cuatro meses de cautiverio.

Después de todo lo que pasó, logró entender que la libertad es lo más preciado que DIOS le da a todo ser viviente, y que nadie se la puede arrebatar a otro. Por lo cual optó no coleccionar más pajaritos, y se dedicó a comprar todos los que estaban en jaulas para liberarlos.

martes, 9 de marzo de 2010

LA PRINCESA DE FARITOPIA

Por: Daniela y Camila
Nodo Centro La Jagua de Ibiríco Cesar



Había una vez una princesa que vivía en un reino lejano llamado Faritopia, el día de su cumpleaños llego un hombre malvado a su reino. Un hombre muy malvado quien le dijo cásate conmigo y serás muy feliz, pero a ella le parecía espantoso casarse con aquel hombre tan horrible malvado y huyó de las garras de aquel. Este hombre desagradable había prometió que la joven princesa tenía que ser suya por la buena o por la mala, entonces el malvado y desagradable hombre realizo un conjuro y congelo todo el reino. El hombre le dijo a la asustado princesa, tu pueblo será descongelado si te casas conmigo lo descongelaré, de lo contrario quedara congelado para siempre por toda la eternidad y solo te quedan tres días para casarte conmigo de lo contrario condenaras a tu reino a quedar congelado por el resto de sus días.




Lla joven princesa camino por varios días por caminos y veredas hasta que se encontró con un humilde leñador que se llamaba Francisco quien la ayudo a crear una varita de luz, que tenía más poderes que la del malvado y despreciable hombre, ella cruzó mares desiertos y montañas hasta que regreso nuevamente al reino que ella tanto quería, que deseaba salvar y que estaba plenamente convencida que con la varita que la había dado el joven y apuesto hombre que se había encontrado en una linda vereda lo iba a lograr.



Derrotaría el hechizo del malvado, quien al verla lanzo un hechizo contra ella apenas que la joven se dio cuenta de lo que pretendía hacer el hombre malo coloco su varita de luz al frente y dijo las palabras mágicas; varita de luz, varita de luz rompe todos los hechizos que este hombre tan malvado a lanzado contra mi pueblo, de repente un gran rayo de luz cubrió todo el reino rompiendo todos los hechizos y ella se caso con el leñador vivieron muy felices y tuvieron una hermosa niña quien gobernó el reino de Faritopia.

jueves, 4 de marzo de 2010

LA AMBICION.

Por: María Helena Carreño Pabón.
Taller de creación literaria de Pailitas Cesar.

Un pescador vivía con su esposa en una humilde cabaña a la orilla del mar, todos los días salía a pescar con mucha alegría en su corazón ya que ver ese enorme cuerpo de agua le producía gran satisfacción.

Un día mientras pescaba y contemplaba las azules aguas del mar, sintió que su caña era arrastrada por un enorme peso, como pudo la haló y con gran extrañeza observó que venía un enorme pez. Sacó de sus útiles de pescar un palo y se disponía a matar al pesado animal, cuando ¡oh sorpresa ¡ el pescado le habló y le dijo, “ por favor no me mates, en realidad no soy un pez como tú piensas, soy un príncipe y por culpa de una bruja malvada, me convertí en lo que ves. El pescador muy asustado devolvió el pez al agua y corrió a su humilde vivienda a contarle a su esposa lo que había ocurrido.

Al siguiente día la mujer del pescador se levantó y le pidió a su marido que fuera al mar a pescar y que le pidiera al pez que en contraprestación le regala una vivienda más grande y bonita porque en donde vivían estaba muy deteriorada. Inicialmente el hombre se rehusó, pero por la insistencia de la mujer, marchó al mar y llamó al pez, “pez, pez que estás en el agua, mi esposa dice que si les regala una vivienda más grande y bonita, pues en donde vivimos se encuentra en mal estado. El pez le contestó, “por haberme salvado la vida, te concederé ese deseo”. El pescador marchó muy contento a su humilde vivienda y al llegar pudo observar que su mujer se encontraba en una casa grande y bien bonita y a su lado en un hermoso lago.

Tiempo después la mujer le insinuó a su marido que fuera al mar y le pidiera al pez que le regalara una mansión pues la vivienda que les había regalado ya les quedaba estrecha. El pez le concedió el nuevo deseo y al llegar el pescador a su casa observó una enorme mansión de múltiples colores y unos cisnes bañándose en el lago.

La esposa del pescador no contenta con lo que el pez le había concedido, le pidió a su esposo que volviera al mar y le pidiera al pez que le regalara un palacio y a ella convertirla en una poderosa reina. El pescador se negó pero su esposa le insistió tanto que accedió ir al mar y le dijo al pez, “pez pez que estás en el agua, mi mujer te pide un hermoso palacio y que la conviertas a ella en una reina poderosa y la más bonita de la comarca.” El pez le contestó “vete a tu casa y podrás observar que los deseos de tu esposa están cumplido”. El pescador regresó a su casa y vio un hermoso palacio y a su mujer convertida en una reina muy poderosa y la más bonita de la comarca.

Al cabo de unos meses la reina le dijo a su compañero que volviera al mar y le pidiera al pez que la convirtiera en Dios. El pescador se molestó y le dijo que eso nunca se lo pediría al pez, pero como siempre la mujer lo convenció y se marcho al mar y le dijo al pez, “pez pez que estás en el agua, mi mujer dice que le concedas el deseo de convertirla en Dios”. El pez muy enojado le dijo al pescador, “Esto es el colmo, no están contentos lo que les he concedido, por andar con la ambición, les quitaré todo lo que hasta ahora les he regalado “. El pez volvió a las azules aguas del mar, el pescador muy avergonzado regresó a su casa y notó que los lujos y todo lo que el pez les había concedido desaparecieron y en lugar de reina y palacio, el hombre encontró a la misma vivienda deteriorada y a su esposa vestida de harapos.

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La tejedora de terror

Por: Angélica Alejandra Lemus Duarte
Taller de Creación Literaria de Tamalameque




Aprovechando un periodo de vacaciones y reunidos en casa un grupo de familiares conformado por abuelos, primos y hermanos, hablábamos de innumerables cosas. De repente un familiar me preguntó sobre las apariciones de la llorona loca, yo quise responder pero mi abuelo tomó la palabra y comenzó hablar de sus apariciones en noches oscuras y tenebrosas. Quien lograba oír sus gritos y lamentos le sobrevenían fiebres, escalofríos y temblor en el cuerpo; quienes por curiosidad se sobreponían al miedo y salían a ver el espanto perdían el conocimiento y al recuperarlo no articulaba palabra alguna durante algunas horas.

Contaba mi abuelo que por las calles y lugares por donde transitaba la llorona loca, le sobrevenían periodos de enfermedades, sequías y algunas veces alguien moría.

Alguien del grupo aterrorizado preguntó ¿Por qué ese fantasma lo llamaban la Llorona Loca?, fue allí cuándo intervino mi abuela para decir que era una mujer normal, que en un arrebato de celos tuvo una fuerte pelea con su marido, quien al intentar darle un brutal golpe se lo dio en el lugar donde ella hacía tres meses engendraba ese hijo, por cuya causa ella abortó a su criatura y en un momento de ira le dio muerte a su marido y huyó con la desdicha de la pérdida de su hijo, esos gritos lastimeros, le llevaron a la locura y salir por las noches lamentando su tragedia, que la hizo tiempo después quitarse vida.

Dentro del grupo alguien preguntó: ¿Cómo era la Llorona Loca?, mi tío quien compartía este momento describió a ese ser fantasmal de la siguiente manera: era una mujer alta, de piel morena, con una cabellera abundante y desgreñada y con un ropaje que daba la sensación de ser un vestido lleno de remiendos y harapos y por su oficio de hilar y tejer siempre aparecía con un gran tabaco encendido y humeando que daba la sensación de un tizón de leña.

En las noches oscuras en que la llorona loca hacía su aparición, los perros aullaban, los mechones se apagaban y la piel del escuchante se erizaba, todo era rodeado por miedo y desolación.

Amistad en el mar

Por. Diana María Montaño Angel
Taller de Creación Literaria de Pelaya



El niño se acercó a la orilla del mar y durante media hora contempló el vuelo de las gaviotas. Una brisa suave corría por la playa. El cielo estaba despejado y el sol rojizo de verano descargaba un brillo refulgente sobre el paisaje litoral. De repente el niño observó que un delfín jugaba con las olas. El amable pez salía de las aguas, tocaba el aire fresco de la mañana y volvía a sumergirse en el misterioso mundo marino. En una de esas salidas, el delfín le dijo:

-He visto cómo me miras. ¿Quieres conocer el fondo del mar?

-Sí, me encantaría- respondió el niño ilusionado.

-Entonces ven conmigo y juguemos junto al agua- expresó el delfín.

-Me da miedo, yo no sé nadar. Podría ahogarme.

-No pasará nada, yo cuidaré de ti- advirtió el delfín

El niño se metió en el agua y se dejo llevar por una ola suave. El delfín lo detuvo, le hizo dar media vuelta y lo involucró en el juego. Por largo rato disfrutaron el vaivén de las ondas y el sol que caía resplandeciente. Satisfechos, tomaron la decisión de volver a la tierra. El niño iba montando en el dorso del amigo delfín. Pero, cuando estaban cerca de la playa, sucedió lo inesperado: un tiburón se lanzó contra el delfín y le desgarró a mordiscos la aleta derecha. De inmediato, el pez herido le pidió al niño que comiera algas del arrecife encantado. Al consumir este alimento, el niño se convirtió en la ballena jorobada que almorzó ese día con aletas de tiburón.